El irremediable devenir de las cosas
Hoy recordaba un estudio que habla sobre los efectos positivos que tiene sobre la salud, el sufrimiento y la calidad de vida el ser creyente religioso.
Cuando aceptamos que hay ciertos acontecimientos de nuestra vida y de la vida de los demás que no podemos cambiar, se abre todo un abanico de posibilidades sobre lo que sí podemos hacer con lo que nos sucede. Aceptar lo que nos depara el destino, Dios, Buda, el Universo o X, es aceptar también que nunca podremos controlarlo todo, y eso nos hace más humanos, más reales.
Dejar de lado el sufrimiento, la presión y la ansiedad que supone querer controlarlo todo, hace que podamos dedicarnos a lo realmente importante en nuestra vida: nosotros mismos.