No dejes de arreglar ventanas rotas
La semana pasada estaba en consulta con un paciente que acude a terapia por un problema de sobrepeso. Ha probado muchas dietas, pero nada funciona. Así que decidió venir a consulta para que lo ayudara en su propósito de bajar de peso.
Para explicarle cómo era posible que hubiese llegado a ese sobrepeso «sin darse cuenta», como decía él, le expliqué la teoría de las ventanas rotas. Basados en un experimento realizado en 1969 por Philip Zambardo, James Wilson y George Keeling explicaron esta teoría con esta metáfora: si en un edificio aparece una ventana rota y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos. Porque una ventana rota envía un mensaje: aquí no hay nadie que cuide de esto.
Cuando después del verano vemos que hemos subido unos kilos podemos pensar «bueno, son sólo unos kilos, ya los bajaré» y en ese preciso momento empezamos a romper una ventana. Si no la arreglamos, es decir, si no controlamos nuestra alimentación, cada vez se irán rompiendo más ventanas, y veremos como vamos subiendo de peso y de tallas. Pero total, ya hay tantas ventanas rotas que una más… O lo que es lo mismo, «si he subido todos estos kilos, por una cena en la que no me cuide, ¿qué más da?»
Esta misma teoría podría aplicarse a cualquier aspecto de nuestra vida en el que el abandono temporal poco a poco lleve a un abandono total de la situación. Otro ejemplo sería las relaciones de pareja. Si se van perdiendo los detalles o cuando hay algo que no nos gusta no lo arreglamos al momento, vamos rompiendo ventanas una tras otra hasta que al final decidimos romper la relación, porque ya está todo tan destrozado y desmantelado que sentimos que arreglarlo es demasiado costoso.
Así que cuando veáis una ventana rota, arregladla inmediatamente. No lo dejéis pasar y buscad materiales de buena calidad para repararla. Sólo así podréis mantener la situación en buenas condiciones y seguir resguardados, y sentiréis que tenéis el control de vuestra vida.