Muerte: Lo mejor de tu vida
«Los que tratamos con la muerte y somos conscientes de que puede visitarnos en cualquier momento somos las personas más vitales». Así me recibió el jefe del Servicio de Hematología del Hospital La Paz de Madrid hace muchos años, cuando empezaba a trabajar en el mundo de la oncología. Entonces me sorprendieron sus palabras pero con el tiempo comprendí que esa afirmación era tan certera como que el sol cada mañana sale por el este. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar la muerte?
Recientemente he tenido pérdidas muy cercanas que me han hecho recordar esas palabras y, de algún modo, llevar esas pérdidas tan dolorosas de un modo sereno, con la aceptación y la tristeza cogidas de la mano. Mientras vivimos no somos conscientes de lo fugaz que puede ser la vida. Sólo cuando nosotros o alguien cercano cae gravemente enfermo o alguien conocido se va de repente tomamos consciencia de que la muerte nos acompaña a cada paso que damos.
«¿Cómo puedo aprender a vivir sin pensar en la muerte?», me decía una paciente la semana pasada. Mi respuesta fue que deseaba que nunca dejara de pensar en que la muerte puede llegar en cualquier momento. Sólo de este modo viviremos de un modo activo, consciente y saboreando cada momento, tanto de nuestra propia vida como de nuestros seres queridos. No se trata de tenerle miedo a la muerte o vivir atormentado; se trata de saber que todo tiene un fin y que si aparece la muerte fue porque hubo vida. Como me dijo un amigo hace unos días: nadie es imprescindible, pero tampoco insustituible. Así que hagamos de la vida lo mejor de la muerte.