Tres segundos mágicos
Es curiosa la facilidad con que atribuímos a un físico determinado unos componentes psicológicos, intelectuales y emocionales. Cierto es que lo que transmite nuestra apariencia dice mucho de nosotros, la llamada comunicación no verbal aplicada a la apariencia. Pero, ¿es fiable la imagen que nos hacemos con la realidad de la persona que tenemos delante?
Ayer me decía una paciente en consulta: Es un chico con carrera, a punto de terminar el doctorado, trabajador, educado. Pero con nulas habilidades sociales, y eso me sorprende mucho. Fue un claro ejemplo de las cualidades que esperamos y deseamos encontrar en una persona que tiene ciertos rasgos físicos que nos atraen. No podemos negar que el aspecto físico es importante para sentir una atracción hacia una persona, para que sentamos el impulso de desear conocerla. Pero es en los tres primeros segundos de conocerla cuando nos hacemos una visión más de conjunto de ella, y nos damos cuenta, si queremos, de si la imagen que nos hemos hecho de ella cuadra con la realidad.
Así pues, creo que saber manejar nuestra apariencia física es un arma maravillosa para provocar el gusanillo de que los demás nos conozcan, pero más allá de esos tres segundos, nos desnudamos y enseñamos quién somos realmente.