Tropezar de nuevo y con la misma piedra
Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. O tres o cuatro o cinco. Y eso sucede independientemente de la inteligencia, las experiencias vividas, la edad o el nivel sociocultural de la persona. Entonces, ¿se debe a un tema de aprendizaje? ¿O es posible que haya otras variables en juego que sean las responsables de reincidentes tropiezos?
Cuando volvemos a caer en un mismo error del pasado se despiertan emociones y sentimientos que ya hemos vivido, normalmente desagradables, y es entonces cuando recordamos lo que aconteció y decidimos que a la próxima actuaremos de manera diferente, que no será igual que las anteriores. Pero ese discurso que nos hacemos, ese aprendizaje, dura poco. Cuando se presenta una situación similar, volvemos a actuar igual.
Lo que hace que no avancemos, que ese aprendizaje no quede en nosotros y no nos mantengamos firmes en nuestro razonamiento y pensamientos son nuestros sentimientos. Nos olvidamos que las emociones rigen nuestra vida, y de poco sirve querer aprender algo si no sentimos desde las entrañas esa necesidad de cambio y de no vernos dañados de nuevo.
Así que para aprender a no tropezar con la misma piedra es esencial un distanciamiento emocional, un enfriamiento emocional y, sobre todo, mantener en nuestra vida solo aquello que es sano para nosotros, pues solo lo que es sano para nosotros nos hace bien.