Alegría compartida, ¿doble alegría?
El refranero español afirma que “alegría compartida, doble alegría”. Pero, ¿nos alegramos siempre de las alegrías de los demás?
Existen una serie de variables que hacen que no sientamos alegría ante los éxitos y buenos momentos de los demás. Uno de ellos es la falta de empatía, que hace que no sepamos valorar qué significa para el otro su alegría ni las repercusiones que tiene en su vida. Es decir, no sabernos ponernos en su lugar para darnos cuenta de su alegría. Otro motivo puede ser las frustraciones propias, los celos y las envidias al ver que la persona que tenemos delante se siente feliz por lo que tiene, lo que ha conseguido. Estos sentimientos se relacionan con la ira, y pueden ser positivos si se usan desde su lado adaptativo. Es decir, si utilizamos esa envidia, celos y frustraciones para mejorar, seguir luchando por nuestros sueños y seguir confiando en nosotros para crecer.
Así pues, empatía y envidia son dos de los componentes que nos hacen que no disfrutemos de la alegría ajena, haciendo que nos alejemos poco a poco de las personas que triunfan y que pueden ser una gran fuente de apoyo y satisfacción en nuestra vida.