Hagas lo que hagas, que te permita dormir tranquilo
Desde la causalidad, toda acción tiene un efecto y una razón de ser. Sabiendo que toda decisión que tomemos tendrá una consecuencia, quizá a corto o quizá a largo plazo, en ocasiones no nos paramos a pensar que algunas de esas decisiones tienen repercusiones que nos pueden afectar más en nuestra vida. El precio que pagamos por ellas es mayor al que podríamos pensar y vamos llenándonos los bolsillos y el alma de sentimientos que no nos permiten dormir por la noche, que no nos dejan estar tranquilos.
Algunos ejemplos podrían ser cuando debemos dinero a un amigo desde hace dos años y no se lo hemos devuelto, y lo encontramos en el cine. O cuando decidimos salir de fiesta un martes por la noche, y llegamos a trabajar con una gran resaca. O comprometernos a acompañar a alguien al médico, no apuntar la fecha y estar ese día fuera de la ciudad. O quizá dejar de llamar a la última pareja con la que estuvimos, desaparecer sin más, y encontrárnosla meses después por la calle.
Es cierto, quizá ninguna de ellas sea realmente grave o irremediable. Pero todas ellas tienen la característica que provocan arrepentimiento, culpa o remordimiento. Permitir que hoy sucedan esas cosas, tomar esas decisiones, se traducirá en vivir el mañana con más estrés y con sentimientos incómodos que podrían haberse evitado.
Se trata de tomar decisiones en la vida que nos permitan dormir tranquilos, donde seamos conscientes de lo que hemos hecho y de las repercusiones que en la otra persona pueden tener nuestras acciones. Al fin y al cabo, se trata de poder ir por la vida con la cabeza alta y mirando a los ojos de los demás.